domingo, 6 de septiembre de 2009

Respuestas.

Esta es una respuesta a un conocido de Youtube. Me hace gracia, porque me pasé de filosófica XD.

Estábamos debatiendo sobre si España tiene, o no, el gobierno que se merece.

Esto es lo que contesté a la afirmación de mi compañero.

El problema, querido amigo, es que la gente a sustituido la moral, la ética, el intelecto, el afán de superación y aprendizaje, etc, por la tele, el coche, y las vacaciones.

A la gente no le importa, porque tienen, materialmente, todo lo que necesitan, y quieren. Lo que no pueden obtener, pero anhelan, es también de caracter material, por ende, existe el sometimiento a la espera, con la vana esperanza de que puedan conseguirlo en unos años. Si el precio es excesivo, culparán al empresario de acaparar el dinero, de vender demasiado caro, de ser unos ambiciosos, explotadores, lo que sea para no asumir su propia culpa en la no superación.

Todas estas personas no comprenden que el coche se estropea, la tele deja de interesar, y las vacaciones se acaban. Pero lo que siempre se tiene es lo que se cultiva con tiempo, paciencia, y esmero; el intelecto.

Cultivar el intelecto es un trabajo muy duro, ya que exige la meditación. Como dijo Einstein, cuando le preguntaron cuanto tiempo dedicaba a la meditación, su respuesta fue; "Menos de 5 minutos al més, porque me canso."
Evidentemente, el mero hecho de meditar no solo es un trabajo cansado, y una necesidad temporal, puesto que requiere de la lectura de libros, artículos, periódicos... (tiempo que nuestras gentes gastan hoy, por ejemplo, atacando comisarías, y quemando contenedores en las fiestas de Pozuelo).

No solo eso, si no que meditar conlleva riesgos. Podrías ver fluctuar tu linea ideológica, podrías ver bailar los valores que te han convencido durante tanto tiempo, podrías comenzar a darte cuenta de cosas de las que no quieres darte cuenta. En definitiva, podrías empezar a pensar.

El hecho de pensar es una cadena que lleva de una cosa a otra, y ante todo a la realización, al despertar, lento pero imparable una vez se ha iniciado la reacción. Una cosa lleva a la otra, una duda guiará hacia otra duda, y los débiles, precarios cimientos que han sostenido una ideología, se podrían venir abajo. El problema no es solo el hecho de la confusión, de no saber quien eres. El mayor riesgo que corre una persona que piensa es, súbitamente darse cuenta, de que su yo interior, sus pensamientos, es posible que se correspondan con aquello que tanto ha criticado.
Como el que critica a la policía, y sin embargo al crecer, se da cuenta de que es su verdadera vocación.

El riesgo es demasiado grande, y por ello las personas prefieren colocarse blinkers en los ojos, como los caballos, para no ver nada más allá de su propia nariz.

Y a los gobiernos les conviene esto, ya que una masa intelectual, una masa que piensa, es una masa peligrosa.
La única forma de mantener el orden es mediante el aborregamiento de las masas, el adoctrinamiento para que crean ciertas consignas mediante la manipulación sistemática de los medios, de la educación (el que se crea que no han sido manipulados durante 30 años de democracia, es un iluso).
Ante todo, se premia a la masa con caramelos, como se premia al esclavo con días libres para ir al zoo, haciéndole creer que es libre, y que su vida es plena.

A las masas se les da cierto appeal a la vida, mediante el premio materialista. Se les conceden créditos para que puedan comprar un coche, y no ser menos que el niño rico. Subvenciones para mantenerlos callados, abotargados, creyendo que el padre estado les quiere.

Cuando la realidad es que el padre estado no quiere a nadie salvo a sí mismo, y luchará por mantener el poder. Para mantener el poder, y la estabilidad del sistema, es necesario reducir la reactividad de la población. Para ello, se les debe conceder materialmente todo lo que requieran (mínimamente), e intelectualmente se debe adormecer a sus mentes, mediante programuchos politizados, y la creación de un enemigo común (Judios, capitalistas, moros, americanos, el PP, el Cambio Climático...).

No es lo mismo un parado, sin prestación, que uno con prestación. No es lo mismo una comunidad adormecida por el entretenimiento vacuo, que aquella letrada, y que observa y analiza las injusticias de su entorno. Y ante todo, no son lo mismo unos pocos, que unos millones.
Siempre hay disidentes del sistema, pero somos tan poco, que poco podemos hacer, sin antes despertar a la población, y eso, amigos míos, es dificilísima tarea.

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