martes, 21 de octubre de 2008

El Planeta Vivo.

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Y si el mundo fuese todo una mentira. Y si la realidad que vemos, que conocemos, que percibimos, no es la realidad que realmente existe. Y si hay algo más.



"Como en Matrix." había contestado sarcásticamente Jule.



"Piénsalo. Acaso no es cierto que todo el tiempo ocurren cosas extraordinarias que no tienen explicación alguna." Evan explicó entusiasmado.



Así comenzó la conversación. Así comenzó el fin de la vida que él conocía. Mientras conducía rememoraba retazos de aquella charla, en la cual, con un libro titulado "El Mundo Oculto" en sus manos, trataba de explicarle a Jule, su novia, las más descabelladas de sus teorías. Era un gran paso para él, desvelar su gran secreto, sus dudas, sus temores, y sus incertidumbres, a aquella mujer a quien pensaba proponerle en matrimonio cuando fuese su tercer aniversario. Ella necesitaba conocerle en profundidad antes de dar tal paso, necesitaba saber la persona que era él, y con quien iba a casarse. Aceptarle como tal, con sus dudas y temores, y sus escéntricas teorías del mundo.



"Evan, esto es todo lo que hay. No busques un mundo que no existe porque nunca lo encontrarás." dijo Jule pacientemente.



"Pero Jule, ve atrás en la historia. Atlántida, una civilización poderosa, con una gran tecnología, que de la noche a la mañana desaparece. Los mitos de las pirámides, el hecho de que en todos los continentes se de la estructura piramidal." tomo aire.



"Todo leyendas, Evan, cuentos de viejas!" ella empezaba a desesperarse.



"Pero Jule. Fíjate. En todas las civilizaciones, o en casi todas, existe el concepto de alma, los dragones, y los cambiaformas. Acaso no da que pensar? Pueblos que nunca han tenido contacto, pero que desarrollan la misma idea de una poderosa bestia, o de los monstruos de la noche?" explicó.



"Evan, son solo leyendas!" ella lo miraba de forma extraña.



Evan, tan entusiasmado con revelar de carrerilla sus teorías, no se percató del gesto temeroso de la mujer.



"La magia, Jule. La magia está en todas partes. Acaso tiene que haber en ello una parte de verdad!" dijo él.



"Evan, por favor. Déjalo. Todo eso no existe! Solo es un intento de explicar lo inexplicable." Jule dijo, cogiendolo de las manos con las suyas temblando de nervios.



"Jule, el hecho de que no lo conozcamos, no quiere decir que no sea cierto." dijo él. "Acaso en el siglo XV pensaron que el hombre llegaría a volar?"



Ahí. Pensó Evan mientras conducía su Citroen C4 VTS por la autopista. Justo en aquel momento de la conversación fue cuando la cagó del todo. Necesitaba que ella supiese la verdad, pero la mayoría de la gente no estaba preparada para conocerla.



"Mira esto, Jule!" dijo entusismado, aquello la convencería.



Alzó las manos, y formó un cuenco con ellas. Concentró su mente en las palmas, que al momento comenzaron a arder con la fuerte corriente de energía que fluía como un acuífero por debajo de la piel. Al momento, como el lento despertar de una flor, una chispa de energía eléctrica apareció en sus manos, y al momento un pequeño solo blanco rotaba entre sus dedos. Magia, la chispa de un poder ancestral, largo tiempo olvidado, que resurgía de las cenizas y se manifestaba debilmente ante ellos. Era el regalo de bodas más bonito que Evan podía haber pensado para ella, despertarla a las posibilidades que les ofrecía aquel Don. Seguro que ella podría hacerlo también, todos los hombres que emergieran de aquel sopor serían capaces de manifestar el poder.



Que ingenuo fuí. Pensó Evan, las luces de las farolas corriendo sobre su cabeza. Las personas no están preparadas para ver la verdad.



"Estás loco... Evan." susurró Jule con el corazón en un puño.



Ella salió corriendo de la casa, y no volvió a verla. Durante un mes trató de hablar con ella, pero no contestaba a sus llamadas. Trató de ir a su casa, pero se había mudado. Trató de encontrarla, pero pendía sobre él una orden de alejamiento. En aquel momento ella vio la verdad, pero no quiso aceptarla, y cerró los ojos con más fuerza que antes. Probablemente pensó que solo era una ilusión óptica, uno de esos trucos de magia, y que él realmente se lo creía.



Evan aparcó el coche y cerró los ojos. La amaba, y ella traicionó su confianza cuando se abrió, y lo expulsó con tanta facilidad. Tampoco resultaba tan traumático darse cuenta de que el universo no son unas leyes físicas, rígidas como el derecho, si no unas directrices maleables que hacen el mundo más sencillo. Pero ella no quería verlo, ni tan siquiera aceptar sus escentricidades. Ahora veía su rostro, como lo miraba con asco, con incredulidad, según le relataba sus teorías largamente investigadas.



Trató de dejar a un lado esos dolorosos pensamientos, y se aproximó a la azotea de su casa de campo. Tenía un caro telescopio, que le llevó años ahorrar para poder comprar, pero que era lo suficientemente bueno como para ver con claridad los planetas del sistema Solar. Buscó Marte, y no tardó demasiado en encontrarlo gracias al programa de ordenador que se había descargado.



Que estupidez la de los científicos. Estaban buscando retazos de vida en Marte. El nucleo de marte estaba totalmente frío, hacía miles de millones de años que ese planeta estaba muerto, puede que más de los que llevaba la tierra existiendo como Tierra. De haber habido vida alguna vez, hacía más de 4000 millones de años que no había nada. Las probabilidades de encontrar vestigios de civilizaciones, o de animales fosilizados, eran prácticamente nulas.



Que pretendían encontrar? Si alguna vez hubo edificios, hace mucho que no son más que piedras. Si alguna vez hubo animales, ya son un estadío más allá del polvo. Un estudio reciente demostraba que, de extinguirse repentinamente la raza humana, las plantas deborarían los edificios en 300 años. En cuestión de 1 millón de años no quedaría nada que delatase el paso del hombre por la Tierra. En Marte no quedaba nada de ninguna vida, solo era un planeta frío, con el nucleo muerto hacía tiempo.



"Un momento..." susurró lentamente, observando la superficie roja del planeta.



Que ya no era roja. Ahora era de un vibrante azul rojizo, coloreado por la superficie arcillosa del planeta. Nubes tímidas se deslizaban por su superficie, brillando con un algodonoso color blanco. No podía ser. Hace unos meses estuvo aquí, y Marte no era más que una bola de piedra roja, muerta, totalmente fría, y, sobre todo, sin mares.



Acercó más el objetivo, tratando de aproximarse todo lo que podía, hasta que el planeta era tan grande que diferenciaba continentes, montañas, y... luces! Ciudades! Había ciudades iluminadas, barcos surcando los mares, y aviones recorriendo los cielos.

No... no eran aviones. Eran animales, animales gigantescos, alados, que volaban elegantemente sobre el planeta. Un planeta vivo, poblado de verdes plantas, de nieve en las montañas, de nubes, y niebla. Y ante todo, de razas inteligentes. Todo en cuestión de unos pocos meses!



Se apartó del telescopio y respiró agitadamente. Tenía que pensar en aquello. No era posible, la vida no surge de esa forma. Es la realidad, ahora veía otra realidad, veía el universo tal y como era. Había despertado del sueño en que estaban sumidos, y estaba viendo a sus vecinos, ocultos tras una espesa cortina de destrucción, protegiendose... de qué?



La respuesta era tan obvia que casi se pega por ello. El mundo sumido en una ensoñación, la soledad, la magia oculta, la testaruda ceguera de los hombres, impuesta por la leyenda de siglos, por esa nueva religión que se llama ciencia, o puede que por un sortilegio especialmente poderoso.

Estaban escondiéndose de ellos!



AN: Una idea de esas que podrían acabar en libro. Yerk probablemente sepa que planeta es. ;).

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